1 de febrero de 2011

Vietnam - Delta del Mekong (2) - Cai Rang - Can Tho

La fuerza de un niño


A las 8 h de la mañana tenemos nuestra cita con Tram, y lo primero que nos pregunta es por la serpiente, cómo ya tengo muchos años para mentir le digo la verdad, que me supo a barro y que no pude con ella, pero que no me niego a seguir probándola, y que estamos muy agradecidos por su detalle, que no lo olvidaremos. 

Hoy nuestro barco está manejado por un señor y por un niño, que me ganará solo con verle, nos recogen en el embarcadero del hotel.

Por supuesto de nuevo a navegar por el río infinito con su propia vida en el agua o al lado de ella, en un sinfín de imágenes. 


De momento para mí destaca sobre todo un niño, que ha madrugado para ayudar a su padre, o porque no ha tenido más remedio que ir con él, porque a lo mejor si hubiera podido elegir se hubiera quedado en la cama, en su casa…o no. Es un niño que obedece cuando su padre le da una orden para que le ayude a manejar el sampán, y cuando no tiene nada que hacer se distrae con una simple goma, con la que juguetea entre los dedos de los pies.

El caso es que este niño me hizo plantearme la vida, lo bueno y lo malo, lo que tenemos y lo que no, la felicidad real y ficticia….de repente mi mundo pasa al lado del suyo y el mío no era nada aún teniendo de todo. Durante más de media hora filosofé en solitario con las lágrimas cayendo por mi rostro y aún hoy sigo sin respuestas, o por lo menos no tengo las respuestas adecuadas ni las necesarias. A este momento largo le llamó el Mekongnazo, fue un dardo directo al sentimiento, y a la conciencia y si el día anterior fue maravilloso el de hoy no podía haber comenzado mejor, aunque pueda parecer que no por ese llanto incomprensible…el resto de pensamientos y emociones las dejo guardadas porque no es cuestión de filosofar demasidado y continuamos el viaje, solo es un momento que me apetecía compartir con vosotros para que conozcáis la fuerza inimaginable de un niño.

 
Los barcos siguen transportando arena, algunos son tan grandes que piensas que va a desaparecer toda la arena del río si siguen a este ritmo.

Nos dirigimos a Cai Rang a pasear entre su mercado flotante, uno de los más extensos del país. El principal beneficio de este tipo de mercados es la exención de impuestos al no realizarse las transacciones en tierra firme. Para verlos en su mayor auge de actividad es preferible hacerlo no más tarde de las 9 h de la mañana, pero nosotros llegamos sobre las 9.30 h y aunque no habría el trasiego de las primeras horas se puede disfrutar de su ambiente.





Los vendedores anuncian sus mercancías en unos palos sobre sus barcos o sampanes, algunos solo tienen unas zanahorias colgadas y otros un ramillete de verduras varias.




Aparte del número incontable de vendedores y compradores hay que sumar los barcos llenos de turistas que suben y bajan contemplando la actividad más cotidiana del mundo, el comercio.

Hay que colocar el palo bien para que se vean las mercancías en venta.


El método de entrega en algunos casos puede implicar riesgos.


Aunque lo normal es de barco a barco sin tanta peligrosidad.


O de barquito a barco por las escotillas.


 El horizonte es un palo tras otro.

 
En otros casos la venta es de comida,muchas barcas se acercan con calderos de sopas para servir o bebidas para hidratarse.

Es alucinante la cantidad de barcos que hay en el mercado, cuando parece que no puede haber más, siempre hay más. Y siempre hay imágenes curiosas, como el descanso de las sandías.


De mercado a mercado, del flotante al terrestre, para bajar, dado que el nivel de agua está alto y nos meteríamos de patas hasta más allá del tobillo, nos ponen una silla para hacer equilibrismos y acabar metidos hasta la cabeza en el río en un traspiés.

Está claro que los mercados son una atracción turística más, y realmente es increíble como en cada uno de ellos se descubren productos nuevos, aunque no siempre apetecibles e incluso algunos dan pena si son para consumo, como estas ranitas (y eso que las ancas son delicatesen pero verlas así no es lo mismo).


La serpiente que no nos comimos, y que además ahora es especie protegida al prohibirse su venta en 1998 ya que se estaban eliminando y las ratas proliferaban, aunque se sigue cazando, vendiendo y consumiendo. 

 
Del pollo se vende todo bien separado, como en nuestras pollerías, pero a mí me sorprende el marchamo del cadáver de pollo que indica algo de control en este descontrol.


Unas lindas tortuguitas que nos señala Tram (es la mano que nos señala en esta visita) que no se ven como animales domésticos, y ella muy orgullosa de esta comida, costumbres y usos, que nuevamente nos separan pero que no critico aunque hay algunas que son más difíciles que otras de compartir. 

  
¿Anguilas o culebrillas?


Por supuesto se sigue vendiendo de todo lo demás, ropas, plásticos, huchas, ofrendas, todo lo que se puede vender y más.

Lo que más me provoca la risa es esta pila de sujetadores, que como quieras uno de abajo lo desmoronas todo.


Aquí es mejor no preguntar el origen del agua, si hay que probar algo es mejor no pensárselo mucho o pensarlo del todo.


Cuando volvemos al sampán el niño se ha quedado dormido, el madrugón y el aburrimiento han podido con él, y el padre no le despierta para que le siga ayudando.

Continuamos navegando contemplando esas casas palafito, algunas con esos tejados que parecen a punto de derrumbarse y que no tengo muy claro que aguanten el monzón si viene.

Con la vida y el trabajo en el agua.


O sobre el agua para hacer no sé qué, ¿tender ropa? ¿extender una red?


No pueden faltar las gasolineras y no pueden ser de otra forma que flotantes.

Se acaba nuestra excursión en el Mekong con gran tristeza, porque nos ha enseñado mucho sin palabras, ha sido una de las experiencias más bonitas que yo haya tenido en los viajes, no hay monumentos, sencillamente hay vida que pasa ante nuestros atónitos ojos.




Llegamos al embarcadero de Can Tho. A la hora de darle la propina al conductor del sampán mi marido no tiene dólares sueltos y le da cinco. Luego Tram nos cuenta la triste historia de la familia, la mujer y madre de ese niño los abandonó y se fue con otro, dejándolos a su suerte, el padre parece ser que es muy pobre, que les falta de todo, con lo que Buda hizo su labor, nunca cinco dólares fueron mejor dados y de haberlo sabido antes más porque esto no será la solución a sus problemas pero só les puede ayudar unos días más, y no es limosna o caridad sino solidaridad. 

Can Tho no parece una ciudad con grandes lugares a conocer, aunque seguro que los tendrá como todas, más o menos escondidos, en menor o mayor cantidad, pero seguro que los hay, aparte de la posibilidad que ofrece de entrar en el maravilloso mundo del dragón de nueve cabezas.

Y como no, de nuevo nos toca el mercado, a descubrir nuevas cosas, nuevos productos. Creo que son pepinos pero arrugaditos ellos. 


 
A mí con la visión de tanta fruta se me antoja piña, pero los dongs que lleva mi marido son billetes grandes, 100.000, así que Tram nos la compra generosamente, aparte de saber comprarla mejor y que su precio sería inferior al que nos ofertara a nosotros la vendedora (un precio para los vietnamitas, un precio para los turistas). Creo recordar que su precio estuvo entre los 4.000-5.000 dongs. 

Las motos por supuesto no pueden faltar. Alguna especialmente llamativa, América sigue presente. Estas contradiciones te llaman la atención y es señal que los tiempos cambian y que las heridas cicatrizan. 


Aparte del mercado en la calle existe el mercado cubierto, que obviamente se queda pequeño ante tanto vendedor que acude.

Si volvemos a pasear por cualquier mercado encontraríamos productos nuevos a fotografiar, esto es un no parar. Pero en lugar de enseñaros alguno de estos productos, la foto del taller de un relojero.


Aparte del mercado autóctono también hay un mercado elegante para no sentir los olores y comprar comida muy bien empaquetada, ropa no tan amontonada, con souvenirs bien colocados.


De nuevo al sampán, ahora lo hacemos en el que el hotel pone a disposición de sus huéspedes, tenemos que ir a recoger las maletas y continuar el tour.

Desde el río vemos la estatua dorada de Ho Chi Minh, a la que parece ser está prohibido acercarse y que está bajo atenta vigilancia, pero como solo le vemos desde el sampán no podemos confirmarlo y si ya han bajado la guardia para que los turistas se acerquen, los muy curiosos ellos. Parece que nos despide y todo.


Nos despedimos del río que tan buenas imágenes nos ha ofrecido y que tan buen recuerdo nos dejará para siempre.


Entramos al hotel para recoger las maletas y en una de las paredes del vestíbulo una bonita publicidad de los hoteles de la cadena Victoria (daban ganas de robar los carteles, malos pensamientos estos).


En el coche le pregunto a Tram que es lo que vamos a hacer, y dice que pararemos a comer, y luego a Saigón, así que saco mi planning del tour contratado y le digo que me faltan dos visitas, una de ayer y otra de hoy. Me pide las hojas y dice ¡uy, pues sí que las tienes!, así que maquina como puede, y la de hoy la vamos a hacer y la de ayer la cuadra para mañana, pero con novedades, no es la programada sino una mejor, aunque esto como siempre tiene un plus de dongs, pero dado que va a ser a mejor nos parece genial.

También nos despedimos de esos canales que cruzan la carretera ¿o es al revés?


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