19 de noviembre de 2011

Australia - Cairns - Gran Barrera de Coral - Michaelmas Cay


Abajo sin periscopio


En esta mañana de ajetreo continuo, submarinismo y snorkel, volvemos al barco, a las 13 h tenemos cita para tomar un "semibarco-semisubmarino", de nuevo el temor se apodera de mí, ahora iremos encerrados bajo el mar, esto me gusta bien poco, porque además iremos con más gente, lo que se dice sardinas enlatadas…afortunadamente hay dos factores favorables: primero, que entramos los últimos, de los primeros hubiera sido completamente imposible para mí, segundo, que no se sumerge del todo, la parte de atrás sigue abierta al exterior, con lo que veo la luz y la escapatoria desde donde estamos sentados, tan cerca de esta entrada-salida. 


Si bien este "semibarco-semisubmarino" es un medio ideal para disfrutar de la barrera, para verla muy bien, a ella y a los peces que habitan en ella, no es el mejor medio para la fotografía porque los cristales están muy rayados y es casi imposible hacer alguna foto en la que se vea algo, aparte del movimiento, que no va rápido pero cuando menos te lo esperas da un quiebro, bien para proteger los corales bien en busca de ellos y de la vida en ellos. 



Es bonito ver a la tortuga como nada, por un lado parece que es algo torpe y por otro que es una verdadera artista acuática.


Con este pequeño viaje, del que no han salido más fotos interesantes y visibles, se han terminado las actividades del día, que hemos ido al trote pasando por ellas, menos el rato de espera de los submarinistas, pero también se ha terminado el turno de comida, nos hemos quedado los tres sin ella, pero nuestra guía estuvo atenta y a regañadientes de los encargados del buffet separó tres platos para nosotros,  a los que nos lanzamos como fieras devoradoras. Gracias Alda. 


Ahora sí parece que podremos disfrutar de la navegación de vuelta a Cairns, pero de repente otra vez a correr, unas ballenas se ven a lo lejos y todo el mundo está arremolinado en el exterior con las cámaras disparando y los ojos buscándolas. Como no es un crucero de avistamiento de ballenas no nos acercamos, pero nos recuerda a nuestras ballenas neozelandesas y sonreímos (a pesar de que mi experiencia en esta ocasión no fue la mejor, y es que el medio marino y yo parece que no estamos en sintonía, pero a esta historia llegaremos en otra ocasión). Esta cola de ballena es más difícil de encontrar que Nemo. 



Ahora sí se va terminando el crucero y toca el sparkling wine para brindar por la feliz travesía (me lo tengo que hacer mirar esto en los viajes, que siempre salgo con copas cuando repaso las fotos). Cyril se acerca a los dos buceadores para entregarles un diploma, y yo le pregunto que si para las cobardes no hay ninguno, a lo que me responde que tengo derecho a una foto con él, ha salido cachondo el amigo.


El paisaje que nos espera en tierra es un nuevo mar, en este caso un mar de montañas verdes, bosques de gran inmensidad. 


Volvemos al hotel y quedamos la mitad del grupo en la piscina para un baño, pero la única que lo hace en la piscina, soy yo, que en compañía de un japonés nos dedicamos los dos a hacer largos, mientras el resto se relaja en el jacuzzi…y es que el agua de la piscina estaba mucho más allá de la sensación de fría. 


Siempre hay tiempo para la fotografía, sobre todo si el agua fría espanta y las burbujas no apetecen. 





Para la noche quedamos para cenar los españoles, los italianos hoy no se apuntan, lo haremos en un restaurante italiano localizado en una zona que las noches de verano estará muy animado porque está junto al paseo marítimo, en el Pier Marketplace.


Cuando salíamos del hotel para hacer unas compras de souvenirs (algo más ques simples recuerdos) nos encontramos con nuestra guía que iba a la farmacia, y como nosotros ayer tuvimos que pasar por ella (tres ciudades, tres farmacias, hemos hecho un pleno al quince en este viaje) porque mi marido tenía o un proceso gripal o una alergia, la acompañamos. Un aplauso para la señora que nos atendió, a mi marido le preguntó de todo, en inglés, antes de darle cualquier medicamento para quitarse al enfermo español rápidamente.

A la hora convenida nos encontramos en el restaurante y esta noche me doy un festín de pescado y marisco.


En este paseo hay una laguna de agua salada artificial con playa, aunque la soledad por el lugar no acompaña para excursionar a estas horas, poco gente y oscuridad son malos compañeros aunque la ciudad parece tranquila. Como su nivel depende de la marea ahora está baja de agua. 


Bien cenados nos vamos a dormir con una gran sonrisa, yo a pesar de no haber conseguido hacer submarinismo estoy contenta por haberlo intentado, son las sorpresas que forman parte del viaje, en este caso superaciones personales inimaginables. 

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