21 de septiembre de 2012

Corea del Sur - Dorasan Station - Dora Observatory - Gaeseong - Tercer túnel - DMZ Theater - Imjingak (Gyeonggi-do)



“Wonderwarland”, el parque de atracciones de la guerra

Al día siguiente de nuestra llegada a Corea, tenemos una excursión a la provincia a la que pertenece Seúl, Gyeonggi-do, y para ir teniendo un poco de todo en lugar de terminar nuestra visita por Seúl vamos a seguir en esta ocasión el orden cronológico, ya que intento concentrar los lugares por zonas para que sea más fácil encontrar la información, pero me apetece contar esta diferente visita. 

El tour es a la DMZ o Zona Desmilitarizada y a Panmunjeon, donde se encuentra la Joint Security Area (JSA), que además gestiona las visitas a la zona a través de las fuerzas de las Naciones Unidas, el ejército americano y el ejército surcoreano (en principio suena extraño estas visitas militares).

Esta particularidad militar del tour hace que se tengan que observar unas normas muy estrictas en cuanto a la vestimenta (aunque alguno se las saltaron y no pasó nada de nada), principalmente a partir de cierto punto: no se permiten pantalones vaqueros ajados o rotos, pantalones de cuero, pantalones cortos, camisetas sin mangas, sandalias sin estar sujetas por la parte posterior del pie, minifaldas, ropa militar. 

La DMZ de Corea es una franja de seguridad establecida en 1953 para proteger el límite territorial de tregua entre ambas Coreas. Mide 4 km de ancho , 2 km para cada país, y 238 km de longitud, desde el Mar del Este hasta el Mar Amarillo. Aunque se autodenomine desmilitarizada está plagada de militares y casi, ya desgranaremos este casi, despoblada de civiles. 

Los dos kilómetros en Corea del Sur están bajo la administración de este país, los Estados Unidos y las Naciones Unidas. Los dos kilómetros en Corea del Norte están bajo la administración de este país y de China. 

Una zona desmilitarizada es una zona neutral donde no está permitida la actividad militar. Si bien la actividad militar no está permitida, esto no quiere decir que no haya soldados, ya que por ejemplo el 70% del ejército norcoreano se encuentra junto a esta franja de 2 km. El 90% de las fuerzas surcoreanas, americanas y de las Naciones Unidas se encuentran a menos de 50 km de la frontera, cuando no también estos 2 km de tierra neutral. Así, cerca de un millón y medio de soldados se encuentran frente a frente, en la que es la frontera más militarizada del mundo. A ambos lados alambradas eléctricas y minas en la tierra, todo un panorama bélico. 

Una de las curiosidades de esta franja es que es una reserva única de flora y fauna, ya que desde hace más de cincuenta años el hombre no pasa ni pisa por ella, lo que la ha convertido en un ecosistema de inmenso valor, con aves acuáticas, grullas, águilas y aves rapaces, por lo menos hay seres vivos que pueden agradecer esta confrontación histórica. 


Temprano por la mañana, a las siete, nuestro chófer Kim está esperándonos para llevarnos desde nuestro hotel al Hotel Lotte, desde el que parten estos tours; la agencia ha estimado conveniente dotarnos de transporte hasta el punto de reunión y viceversa. Hacemos el viaje al contrario de nuestra llegada, circulando paralelos al río Han hasta entrar en el corazón de la ciudad, ya que el Hotel Lotte  se encuentra al lado de Seoul Plaza. Es sábado y temprano, con lo que no hay tráfico y llegamos antes de la hora concertada, las ocho de la mañana, así que una vez confirmado el lugar donde registrarnos para el tour nos damos una pequeña vuelta por los alrededores, una pequeña vuelta a la manzana para descubrir una ciudad calurosa pero tranquila. 

A las ocho menos cuarto nos dirigimos a la oficina del sexto piso del hotel, donde presentamos nuestros pasaportes para ser reconocidos como participantes del tour ya que éste siempre se solicita al hacer la reserva de la excursión. Nos entregan un cupón con el número de autobús y los asientos asignados. 

Salimos de Seúl en un autobús kitsch total, cenefas color rosa muy fuerte lo adornan por su parte superior (muy parecido al que se puede ver en el el vídeo de Psy), y al lado del conductor una pareja de lindos teddy bears en una cesta - estos ositos de peluche tienen su propia "historia", y lo entrecomillo por lo curioso que resulta y que resultan los coreanos y los asiáticos casi en términos generales.





Conocemos a Giny, nuestra guía coreana en inglés, a la que en ocasiones entendemos, en ocasiones no, y en otras nos desconectamos de entenderla porque nos cuesta tener el piloto en on del inglés durante tanto tiempo. Giny nos cuenta en qué va a consistir el tour, los lugares que visitaremos, la historia de la guerra y de la paz o no paz a la que se ha llegado. 

Una leyenda lingüística se despeja en este viaje: los dos escuchamos continuamente decir a Giny “the liver” o “deliver” pero ninguna de las dos palabras encajaban en la frase, hasta que finalmente entendimos que lo que estaba diciendo era “the river”, con lo que parece que se confirma la pronunciación de la “r” como “l”, aunque no es en todos los casos, son algunas palabras porque otro día con nuestra guía también tuvimos otro malentendido, en esta ocasión en español. Es curioso cómo nacer en un país u otro te condiciona no sólo el idioma, sino la pronunciación de otros idiomas (a los españoles pronunciar vietnamita o coreano o incluso francés nos puede parecer una tarea imposible).

Llegados a un punto de la autopista comenzamos a ver alambradas metálicas, suponemos que fuertemente electrificadas, y garitas de vigilancia que bordean el río Imjingang, donde no siempre hay soldados, pero eso no quiere decir que el Gran Hermano no te esté vigilando. Impresiona pararse a pensar en la zona por la que estamos circulando como turistas y por la que viajan diariamente miles de surcoreanos como si no pasara nada, ni aquí ni más allá de la valla, ni en los despachos…Tras esta alambrada y hasta la siguiente en Corea del Norte existe una franja de 4 km donde el tiempo se ha detenido, para bien y para mal. 


De repente, como para sacarnos del ensimismamiento en el que nos tenía la valla, un barco de piedra con las velas desplegadas surge entre el verde de la montaña, y no tenemos ni idea de lo que es, pero nos hizo gracia y nos causó estupor arquitectónico al tiempo que intriga de su uso.


Comenzamos a ver grandes extensiones de arrozales, y es que ¡se come arroz en Corea! ¡y en Asia!; si en Europa comemos pan, ellos comen arroz.

Salimos de la autopista para adentrarnos en lo que podría ser una carretera comarcal y llegamos a Imjingak, donde Giny se acerca a la taquilla para sacar nuestras entradas o para dar constancia que el tour programado ha llegado a destino, y lo hace saltándose la gran cola que ya hay para sacarlas, no hay nada como ir con contactos. 

De momento nos saltamos la visita a Imjingak y nos dirigimos a un control militar, pero como no tenemos muy claro que les guste el arte de las fotografía, aunque ahora doy por hecho que tienen que estar acostumbrados a su pesar, no hacemos ninguna directamente. Hay soldados surcoreanos, americanos y de las Naciones Unidas. El control se debe a que estamos entrando en territorio militar, con un acceso restringido a los civiles, pero visto el tráfico de autobuses y coches particulares, lo de restringido creo que tiene sus propias connotaciones.


Como si de un nuevo juego se tratara cruzamos el Puente de la Unificación sobre el río Imjingang, y lo pasamos haciendo eses como si fuera un examen para el permiso de conducir con el fin de sortear las barreras amarillas y negras que intentan persuadir de cruzarlo a alta velocidad. Esta carretera y este puente une Corea del Sur con Corea del Norte hasta la localidad de Gaeseong en este último país (algún adelanto sí parece existir en la unión, que no en la reunificación). El puente se inauguró el 15 de junio de 1998 reemplazando al Puente de la Libertad que se encuentra cerrado al paso y del que hablaré más adelante. 


Nuestra primera parada es en Dorasan Station, donde termina la vía férrea al norte de Corea del Sur. Se encuentra a 56 km de Seúl, a 17 km de Gaeseong Station en Corea del Norte y a 205 km de Pyeongyang, la capital de Corea del Norte. 


A pesar de ser una estación inactiva por la cantidad de gente que se encuentra en su vestíbulo podría parecer que no. Somos todos turistas. 


El acceso a las vías está custodiado por dos militares surcoreanos, aunque en la foto falta uno, pero como suele ser en estos casos siempre van en parejas. Muchos ahora tienen su foto de recuerdo junto a estos soldados, pero no es nuestro caso, no entendemos el afán fotográfico de algunos detalles.


La terminal norte del ferrocarril de Corea del Sur se comenzó a construir tras la reunión celebrada entre las dos Coreas en el año 2000, limpiando el terreno de alambradas y minas, inaugurándose la estación en abril del 2002. Es un símbolo de la esperanza de reunificación, como así lo indica el acceso a las vías, un tren con dirección a Pyeongyang, la capital de Corea del Norte. 


Esta esperanza no es sólo la de unir los dos países, que ya es un mundo en sí mismo cuando no un milagro, sino también la de unir Europa con Asia mediante los trenes transiberiano, transcoreano y transchino en un futuro. No es la última estación del sur sino la primera estación hacia el norte (lo de mirar la botella medio llena o medio vacía). 


En el interior de la estación hay una pequeña exhibición dedicada al ferrocarril, a los diferentes tipos de trenes y especialmente a la visita que el 20 de febrero del 2002 realizó el presidente George Bush al país, en la que ensalzó la labor del entonces presidente surcoreano, Kim Dae Jung, al que se le concedería el Premio Nobel de la Paz en el año 2000, el despegue económico de Corea del Sur frente al ostracismo de Corea del Norte, poniendo énfasis en la necesidad de una reunificación por el bien del pueblo coreano, por las familias divididas, pero esta división no es solo geográfica ni militar, es ideológica, y esta barrera es la más difícil de traspasar, sobre todo cuando cada uno se piensa en la posesión absoluta de la verdad y de la verdad del futuro. 

Impresiona (asusta, inquieta, asombra, alucina…) leer palabras de libertad, paz, armonía, estabilidad en boca de Bush, más cuando un año después comenzó la guerra de Irak. 

Corea del Norte y Corea del Sur conectaron la red de ferrocarril Gyeongui el 14 de junio de 2003 en la DMZ. Yo no tengo muy claro que la línea esté operativa, según Giny no, pero parece que se puede utilizar para algún tipo de fin propagandístico de acercamiento entre ambos países. Aquí dejo la duda de su  actividad o no.

En el exterior de la estación una antigua vía de la línea destruida por la guerra, por detrás y en un terreno más elevado se encuentra la nueva línea construida. 


En el autobús nos acercan al cercano Dora Observatory, pintado en tonos puramente militares con un lema nuevamente de esperanza en su fachada: Fin de la separación, comienzo de la unificación. Es un lugar simbólicamente histórico porque  durante la guerra Corea del Sur ocupó este área y la línea de cese del fuego se ubicó por encima de esta región. 


Al observatorio no se accede por la parte frontal, cuyas puertas están cerradas y custodiadas por soldados, sino por una escalera trasera. El nombre de observatorio es porque desde él se puede ver (observar es un buen verbo aplicable) Corea del Norte, eso sí, con sus propias reglas. Lo primero es que no se hacen fotos traspasada la línea amarilla. 


Con lo que desde esta línea se levantan las cámaras para intentar captar alguna imagen de Corea del Norte, suena todo tan raro, tan extraño, entre película de terror y película cómica de serie Z, algo así como alguna dirigida por Ed Wood. Supongo que estas son las reglas impuestas por Corea del Norte, que rige sus destinos, sus tierras y sus gentes de manera impecable y autoritaria. 

En las indicaciones de la visita a esta zona se especificaba que los objetivos de las cámaras fotográficas no podían superar los 90 mm, pero vuelvo a tener mis dudas porque nadie miró el equipo fotográfico, aunque para evitar problemas nos llevamos el que no los superaba, con lo que tampoco es que se pudiera captar demasiado.


Las fotos traspasada la línea amarilla están terminantemente prohibidas, los soldados se tienen que dedicar al menester de controlar las acciones incontroladas de los turistas, y algunos son reprendidos.

Fotos no, pero sí se pueden pagar 500W para durante tres minutos observar Corea del Norte a través de unos binoculares puestos para tal fin…visual y recaudatorio. Tampoco creo que con un objetivo mayor se hubiera podido captar más de lo que captamos con la cámara, los ojos y los binoculares: un pueblo, un paisaje, una fábrica, en principio nada extraño ni nada significativo, sino fuera por la falta de personas que hay en estos lugares pero que tampoco se puede captar en tres minutos. 

Desde la plataforma a buen ojo avizor o con los binoculares se puede ver Gaeseong, la segunda ciudad más grande de Corea del Norte, y sobre todo Gaeseong Industrial Complex, donde trabajan norcoreanos como mano de obra barata de las empresas surcoreanas (unificación sí, pero de salarios no y habría que saber el porcentaje de este sueldo que se lleva el gobierno norcoreano, cuando no sea la totalidad). 

Al lado de esta plataforma de observación hay una sala de conferencias, en la que hay un mapa de la zona, tanto del área norcoreana como de la surcoreana, y la ancha, o no tan ancha, franja desmilitarizada, pero el uso de las cámaras está igualmente prohibido en su interior, y esto no lo termino de entender aunque bien es cierto que hay unos  grandes cristales y que a través de ellos se podrían hacer esas fotos prohibidas de Corea del Norte. 

En el exterior de Dora Observatory hay un pabellón con una campana, al que parece que no se puede entrar a pesar de tener una puerta abierta en la pared militar que lo rodea pero ninguno dimos los pasos para intentar acercarnos a él. Corea no es Corea del todo sin sus pabellones, sus colores dancheong y sin campanas. 


Desde este observatorio de nuevo al autobús para realizar una de las visitas que nos causaba más curiosidad. En la carretera que conduce al lugar, protegida por un alambrado de espinas, hay un importante atasco de autobuses. 


Como ya he comentado el área militarmente está ocupada por fuerzas del ejército norcoreano y por el de las Naciones Unidas, con soldados de los ejércitos de Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia, Canáda, Francia, Nueva Zelanda, Turquía, Filipinas, Tailandia, Grecia, Sudáfrica, Etiopía, Colombia, Bélgica, India, Italia, Suecia, Dinamarca y Noruega.


Entramos en una explanada que más parece un área flower power que la propiamente DMZ, con turistas posando como si de la playa se tratara, sólo falta el bañador, la sombrilla y el flotador gigante. Me gusta el simbolismo de la flor en la reproducción de la alambrada, pero no me gusta el ambiente en general, me causa demasiado estupor y poca profundidad emocional.


Una escultura nos recuerda de nuevo la esperanza de la unificación, en la que los turistas posan y con la que juegan a ayudar a unir con sus manos, pero la pregunta sería ¿y sus corazones? ¿sienten serios deseos de unir a las dos Coreas? o sencillamente ¿es un juego más de las vacaciones? Me vuelve a gustar el simbolismo, incluso la interactuación del visitante, mientras esta no sólo sea para la foto de yo estuve allí, pero esto es mucho esperar o pedir, incluso para nosotros mismos en esta u otras situaciones, y en esta ocasión no estuvimos tentados.


Para rematar la sensación extraña de la decoración de la zona en la que estamos, una pareja estilo dibujos animados anime de una pareja de soldados, ¿hay algo más extraño que esto? Puede que yo me lo tome todo excesivamente serio y necesite algo de este humor coreano que traspasa los límites de lo que debería ser, pero creo que lo importante es la sensación con la que salgas de esta visita y a esto llegaremos al final, aunque sería bueno preguntar a todos los visitantes del día, o sólo a los de nuestro autobús para sacar algún tipo de conclusión más genérica y menos estricta.


La visita que prometía en letras nos hace ponernos un casco y sentarnos en un pequeño tren que nos introduce en el interior de la tierra, se trata del tercer túnel, uno de los cuatro túneles descubiertos por Corea del Sur que supuestamente el ejército norcoreano construyó a finales de la década de 1970 bajo la frontera para llevar a cabo un ataque relámpago a Corea del Sur, aunque por lógica Corea del Norte niega que fueran ellos que los construyeran. 

No se puede entrar con mochilas ni cámaras de fotos, aunque muchos de los viajeros llevan sus i-phones, sus tablet, Samsung en su mayoría, y hacen sus trampas. Nosotros cumplimos a rajatabla y dejamos nuestras posesiones en las taquillas habilitadas para evitar tentaciones. 

Algunos de estos túneles son tan amplios que llegarían a permitir el paso de tanques y vehículos de transporte de tropas. 

Este tercer túnel fue excavado en 1978 a una profundidad de 73 m, tiene 1.635 m de largo, 2 m de ancho y 2 m de alto, y por él hubiera podido entrar si se hubiera terminado una división del ejército (10.000 soldados) con sus armas en aproximadamente una hora. El túnel fue descubierto en octubre de ese mismo año por la información proporcionada por un ingeniero que desertó de Corea del Norte. Lo impresionante es que se encuentra a sólo 44 km de Seúl, a menos de una hora de viaje por carretera, con lo que el objetivo parece fácil de adivinar. 

Terminado el viaje en el tren, nos apeamos y comenzamos a andar en fila india por el túnel, mientras en dirección contraria va otro grupo, con lo que es imposible ni adelantar ni pararse, sólo andar y contemplar la obra que se realizó, pero no da tiempo ni a sentir ni a pensar demasiado, el ajetreo de gente es tan continuo que hasta se deja de percibir dónde nos encontramos, y en lugar de un túnel con objetivos de invasión y guerra podría ser una mina o una cueva subterránea e incluso una atracción de un parque de diversiones.

Se cuenta que las paredes están pintadas de negro porque así los norcoreanos en caso de ser pillados in fraganti podrían alegar que se trataba de una mina de carbón (esto sí que suena a chiste tal y cómo estaban las cosas en la década en la que se encontró). 

Pintados en color amarillo se ven donde colocaron cartuchos de dinamita para ir abriendo el túnel, que supongo yo que esto haría ruido y alertaría a los soldados de la zona cercana sin necesidad de un desertor norcoreano. 

El túnel se corta en un muro levantado de hormigón, se supone que continúa hasta Corea del Norte, y que Corea del Sur levantó este muro como una protección. 

Para rematar la historia truculenta, también se cuenta que estos túneles podrían ser una maniobra propagandística de Corea del Sur para mantener el temor anticomunista de la población. 


Fuente: visitkorea.or.kr

El primer túnel se descubrió en 1974, el segundo túnel en 1975 (el de mayor capacidad para el avance de tropas y armamento) y el cuarto túnel en 1990.

¿La verdad? Sea cual sea, ambas producen temor, no con la misma intensidad pero sí con el pensamiento de en qué manos están los destinos de estos países. Corea del Norte niega su construcción, Corea del Sur dice que puede demostrarlo por los materiales encontrados, la disposición de los cartuchos de dinamita…

La visita no resulta tan claustrofóbica como me supuse, con lo que pude hacerla sin problemas, y eso a pesar del tráfico humano en su interior; no tuve que salir corriendo como en los túneles de Cu Chi de Vietnam.

Terminada la caminata por el túnel volvemos al tren, todos en perfecto orden de colocación en filas para sentarnos y salir a la superficie. 

Recuperamos nuestras pertenencias y dejamos el casco para los siguientes pasajeros, que es un no parar de gente. Si esta visita fuera más tranquila, con explicaciones más extensas, con menos tráfico humano, creo que sería mucho más significativa, pero esto supondría seguramente un cupo de entrada y menos ingresos, aparte del enfado de muchos turistas que posiblemente verían truncados sus planes.

Al lado de la entrada al túnel se encuentra el DMZ Theater, un museo o exhibición en el que cuentan la historia de la guerra fratricida, la postguerra y los acercamientos de las dos Coreas desde el cese del fuego. Hay una cronología de hechos, atentados e intentos de sabotajes varios por parte de Corea del Norte hacia Corea del Sur o hacia las tropas americanas.

Algunos datos históricos:

El 27 de julio de 1953 las Naciones Unidas, Corea del Norte y China firmaron un armisticio, que finalizó la guerra pero que no logró la paz (parece una perogrullada  pero los soldados están allí para demostrar que no lo es). El resultado fue el trazado de unas líneas que demarcaban los países, el establecimiento de la DMZ, y a ambos lados de ella 2 km para cada uno de los países y el establecimiento de una zona llamada Joint Security Area (JSA). 

El último intento conocido de infiltración de tropas norcoreanas en Corea del Sur se realizó el 17 de octubre de 1995, con el avance de una guerrilla a través de la desembocadura del río Imjingang, pero esta no es la última acción invasora de Corea del Norte, que continuó con sus intentos. Esto es como pronunció Fray Luis de León al ser liberado por la Inquisición y recuperar su cátedra en la Universidad de Salamanca: “Decíamos ayer…”. 

Se exhiben armas: metralletas, pistolas, minas, bombas. 

Hay una maqueta que muestra la zona de Panmunjeon y de la JSA, con los diferentes edificios que hay. 


La mejor parte a nuestros ojos y nuestros corazones de esta exhibición, al tiempo que desilusionadora y esperanzadora a partes iguales, es la dedicada a los esfuerzos de reunificación, o por lo menos aproximación, década tras década. En 1995, tras una conferencia celebrada en Pekín se estableció una ayuda en arroz a Corea del Norte. En 1998, el presidente de la empresa surcoreana Hyundai envió 500 vacas a Corea del Norte, y es que el presidente y su familia tienen sus orígenes en este país. En el 2000 se permitió el reencuentro de familias divididas territorialmente por la guerra, realizándose posteriores encuentros de esta índole. En el 2004 las dos Coreas entraron juntas en el desfile de las Olimpiadas celebradas en Atenas. 

Tras este paseo histórico volvemos al autobús y al serpenteante camino por las vallas a sortear en el Puente de la Unificación para ir a comer a Munsan, ya que en el tour está incluida la comida. Hoy nos toca degustar bulgogi, que significa “carne al fuego”, y nuestros hornillos ya están preparados para ser encendidos y comenzar a cocinar nosotros mismos. Por supuesto no faltan los platillos de banchan.


La carne suele estar adobada en salsa de soja dulce, y este va siendo el resultado tras unas vueltas. 


El bulgogi se toma enrollando la carne sobre una hoja de lechuga y os puedo asegurar que está riquísimo. Si se quiere dar el toque picante no hay nada como añadir algo de salsa gochujang, de pimientos rojos picantes. 

Uno de los aspectos más divertidos de la cocina coreana son los pequeños platos de acompañamiento, lo que para nosotros podrían ser las típicas tapas y que allí reciben el nombre de banchan, y que la teoría dice que están destinados a lograr un equilibrio de sabores, temperatura y color. Muy divertidos a la par que sorprendentes en algunos casos estos platillos, a los que siempre acompaña el kimchi, repollo fermentado con ajo, sal, cebolla, jengibre y pimienta roja, y que en cada restaurante, y supongo cada casa, tiene un sabor diferente. 

Tampoco suele faltar, aunque en ocasiones hay que pedirlo, un cuenco de arroz.

Para acompañar la comida nos decantamos por unas coca-colas, que parecen de fabricación surcoreana aunque los caracteres me parecen más chinos (no hace falta decir que no he aprendido mucho del idioma escrito). 


De nuevo al autobús y de volvemos a Imjingak, ahora sí para hacer una parada. La localidad fue creada en 1972 para consolar a los expatriados, a los que habían perdido su pueblo natal en la guerra o en la división de los países. 

Se puede ver el Memorial Altar. Con el estallido de la guerra, cinco millones de norcoreanos tuvieron que dejar su país en busca de la libertad en el sur y para escaparse de la opresión y brutalidad del gobierno comunista que se establecía en Corea del Norte. Cada festividad Chusok, cuando se visitan las tumbas de los familiares, estos exiliados montaban un altar en Imjingak para honrar a los muertos que habían dejado en Corea del Norte, por lo que las autoridades de Corea del Sur decidieron construir en 1995 este altar mirando hacia el norte. 

Las siete piedras de granito detrás del altar y del monumento  representan las cinco provincias de Corea del Norte, así como las partes de las provincias de Gyeonggi-do y Gwanwon-do que se quedaron en Corea del Sur. 


Tras el altar, a la derecha según la fotografía se encuentra el Pabellón de la Campana de la Paz, campana que se puede tocar pagando un precio por ello, 10.000W. Teníamos claro que la paz tiene un alto precio, pero que pudiera ser cuantificado nunca nos entró en la cabeza. ¡Qué diferencia con Hiroshima!, cierto que allí todavía no han llegado cientos o miles de personas al día, pero creo que parte de la educación en general y de la educación de la paz en particular debería ser no cobrar cierto tipo de actos. No vimos a nadie tocar la campana, lo que en lugar de ser una tristeza no deja de ser un alivio, no hubiera sido agradable ver una gran cola de turistas ansiosos por hacerse una foto para tocar la campana, quizás el alto precio impuesto a estos siete toques sea un modo de evitar la masificación y de que un acto que en teoría tenía que ser inmensamente digno y lleno de sentimiento se convierta en un auténtico desmadre. 


Desde esta plaza parten dos caminos, el de la derecha lo están reformando y se camina sobre piedras y barro, está protegido por alambre de espino, en el que se han ido colocando miles de cintas de colores, que portan deseos de unificación y paz, de esperanza, libertad…estos conceptos al final parece que incomprensiblemente dejan de tener sentido y son dichos o escritos sin fuerza y convicción. Cualquiera puede dejar su mensaje previo pago de la cinta. 


El camino conduce hasta una vieja locomotora de vapor convertida en chatarra  y en un símbolo de la división del país. Descarriló durante la Guerra de Corea por un bombardeo cuando iba camino a Pyeongyang para entregar material de guerra, siendo finalmente destruida en la estación de Jangdan, de la línea Gyeongui que unía Coreay posteriormente trasladada a este lugar, ya que la estación se quedó en tierra de nadie, en los 2 km al sur de la DMZ que están bajo el control de Corea del Sur. Tiene más de 1.020 agujeros de bala y sus ruedas doblabas muestran la situación en la que se vio envuelta la locomotora, ¡Cuánto no menos los humanos!. Tras la locomotora se ve un antiguo puente destruido.


Otro camino conduce a través de una pasarela-puente de madera a un muro lleno de cintas de colores con los mismos deseos de unificación, paz y reconciliación que en el camino hacia la locomotora, y de banderas de Corea del Sur. 


Este muro corta el paso al Freedom Bridge construido en 1953 al finalizar la guerra para permitir el paso de 12.773 prisioneros de guerra surcoreanos, americanos y de las Naciones Unidas hacia Corea del Sur, de ahí su nombre, un paso hacia la libertad. 


En un edificio hay restaurantes y cafeterías, pero sobre todo ofrece un espléndido mirador de la zona en la azotea. 


También se el Estanque de la Unificación, con la península coreana al completo, sin líneas divisorias, sin fronteras, sin soldados, sin ideologías, pero estaba seco…quizás como todos estos conceptos, estancados en el tiempo y en las mentes. Como a la zona le están dando un repaso supongo que al estanque le tocará en su momento. 

Quizás lo más asombroso para estos ojos es que en esta zona de Imjingak hay un ¡parque de atracciones!, pequeño sí, pero es lo que es. Yo entiendo que las cosas hay que minimizarlas y no magnificarlas, ni en lo bueno ni en lo malo, pero esto de estar montado en el barco vikingo mientras a diez kilómetros hay soldados a cara de perro no me cuadra del todo, y no me parece tampoco la compañía más adecuada para ese Memorial Altar, y el recuerdo para los familiares perdidos en la contienda. 


Para no alargarme demasiado en esta entrega, que ya va bien surtida de letras y sensaciones, continuamos la visita y el día en la próxima, a la Joint Security Area (JSA)


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