20 de noviembre de 2012

Corea del Sur - Jeju-do - Hallim Park



En un jardín, chuchuá chuchuá,
De exuberancia tropical, chuchuá chuchuá…
Había una rooooosa, había un jazmín, chuchuá chuchuá
Vamos todos al jardín, chuchuá chuchuá
Al jardín de las flooooores,
Al jardín del amor...

La primera visita en la isla de Jeju-do es a un bonito y extenso jardín situado en la costa oeste, Hallim Park (7.000W).


El jardín fue realizado por un hombre que amaba su tierra, Song Bong-kyu, y que con un espíritu pionero vio que el turismo sería el futuro de la isla, ya en 1971, con 40 años compró un terreno árido cerca de su casa, donde nadie vivía y nada crecía en él, retiro toneladas de piedras y rellenó los huecos creados con tierra, donde plantó multitud de variadas semillas. 

El jardín está dividido en varias secciones y se trata de ir paseando por ellas. Nada más entrar se encuentra la tienda de regalos, donde vemos camisas, faldas, sombreros realizados con fibras vegetales, que supuestamente son muy frescos para el verano pero que dan una sensación de fragilidad tremenda. 

Un mapa del jardín para ver la extensión, el recorrido a realizar y las diferentes zonas que se han creado o descubierto. 



Tras la tienda se encuentra el jardín subtropical, con más de 2.000 variedades de flores exóticas, cactus y árboles. Entre planta y planta también se ven tortugas, serpientes y lagartos, pero haré las mínimas presentaciones, primero porque no sé sus nombres, segundo porque sería agotador buscar la información, y tercero, creo que realmente en esta ocasión no es lo importante.

Esta zona cuenta con tres invernaderos con abundancia de variedades de cactus.




Estas plantas, casi árboles, reciben un nombre adecuado, pata de elefante. 


Tras esta presentación botánica sigamos con la bonita visualización de plantas y animales. 











Caminamos por la avenida de las palmeras, plantadas en 1971, en la que se alternan otros árboles, más cactus y de vez en cuando asoman flores. Aquí no hay murciélagos zorros voladores como en los Royal Botanic Gardens de Sydney, que a pesar del miedo que producía pasar bajo ellos fue una experiencia curiosa.



El camino con palmeras continúa acompañado por unas divertidas figuras de piedra que nos recuerdan a las maoríes de Nueva Zelanda (un viaje increíble a contar), son los dolharubang, figuras llamadas abuelos, realizadas en roca de basalto y lava. Son tótems que tenían la función de proteger las aldeas, al tiempo que se les relaciona con señales de frontera e incluso símbolos de fertilidad. 


El dolharubang tiene ojos saltones (algunos con expresiones muy divertidas), nariz chata, manos sobre el estómago (como las manos de las esculturas de los maoríes) colocadas una más alta que la otra, y sombrero. 


Tomamos el camino hacia el Jardín de flores silvestres y césped, pero no tenemos esperanza de ver muchas flores por la temporada estival, de hecho estaban realizando nuevas plantaciones. En la zona también hay un estanque con bonitas flores acuáticas y esculturas decorando. 







Desde este jardín volvemos a salir al camino de los dolharubang que alegran el paseo. 


En este momento y lugar del jardín estamos al lado de la entrada de las cuevas Hyeopjae y Ssangyong, pero me salto momentáneamente esta visita para continuar por el jardín y la cuento en una entrada para ellas, así que ahora visitamos el Jardín de piedras de Jeju y Bonsáis

Las piedras se refieren a esculturas creadas por el hombre y a piedras casi esculturas que quedaron tras la erupción del volcán Hallasan, situado en el centro de la isla, cuando el magma cubrió los árboles y los quemó, formando cilindros por encima de los troncos cuando el magma solidificó.


Hacen una bonita mezcla las piedras y los bonsáis.









Este es uno de esos puntos fotográficos: un tronco rodeado de magma solidificado detrás del que hay un asiento para hacer un encuadre diferente (todos los turistas lo tenemos igual, así que esto de diferente tiene su connotación) y simpático. 



En el jardín se ha recreado como eran los pueblos de la isla, parecidos a los hanok, como el de Jeonju pero con sus particularidades, en el Pueblo Folclórico Jae-Am, reviviendo en él la vida tradicional de la isla, con sus casas de paja, cercas bajas de piedra, estrechos callejones y una referencia a su famoso cerdo negro, autóctono de la isla, que nos trae tan buenos recuerdos de la comida de galbi que tomamos en el Parque Provincial de Maisan.  





Pero este lugar sólo es una recreación, más adelante visitaremos un pueblo autóctono, donde los habitantes siguen viviendo en las casas de antes con las comodidades de hoy, pero estas desde el exterior no se pueden ver, el Pueblo Folclórico de Seongeup.



Dentro de esta recreación de pueblo hay un restaurante, Dolharubang, no podía tener otro nombre, que ofrece alimentos típicos, eligiendo Sonia el cerdo negro en su presentación de samgyopsal, tocino a la barbacoa para enrollar en hojas de lechuga, acompañado de nuevos banchan, entre los que descubrimos unos pescaditos en salazón, muy tiesos, con salsa de gochujang, y sobre todo una riquísima jeon, una especie de tortilla-panqueque de cebolla y espinacas a la que nos podríamos hacer adictos como a nuestra tortilla de patatas. La sopa hoy es de algas. ¡Buen provecho!.


Antes y después (el post-después es el plato vacío).

 


Tras la opípara comida terminamos el paseo por el jardín, pasando primero por el Jardín de Pájaros, con patos, loros, faisanes (los autóctonos de la isla dicen que son un manjar), pavos reales, avestruces…un poco de todo. 




En una esquina de este jardín de pájaros y cerca de la puerta de entrada a Hallim Park se encuentra un rincón acogedor donde tomar café o té, y algo de comer, ensalada o sándwiches.




Yo aprovecho para refrescarme con un granizado de cactus, supongo que sería de higo chumbo porque al cactus como tal no se le podrá sacar mucho. El caso es que no estaba malo y sobre todo, estaba fresquito. 


La visita de lo que es el jardín termina paseando por el Jardín de agua, con cinco estanques sobre una base natural de roca de lava en los que flotan lotos y lirios acuáticos, y donde no falta una cascada. También se ven figuras de animales realizados con hierba, entre ellos varios dinosaurios, aunque alguno se encuentra “despeluchado”, supongo que el uso y disfrute de los turistas contribuye a este desgaste. 






En esta entrega no os he cansado contando muchas cosas. La visita a las cuevas de Hallim Park la próxima entrada. 


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