7 de marzo de 2016

Uzbekistán - Tashkent - Parque Navoi - Palacio Istiklol - Restaurante Il Perfetto


Una estación espacial de cine

Finalizamos el viaje desde Ferganá, habiendo parado en Margilan, de nuevo en la capital uzbeka, en Tashkent, y para alojarnos de nuevo lo hacemos en el Lotte City Hotel Tashkent Palace, con una habitación muy similar aunque las vistas hacia la plaza de la Ópera y el Ballet, más esquinadas,  aunque seguimos teniendo la visión de la fuente y del edificio que le da nombre.

Quedamos con Oyott para dar una vuelta por la ciudad, nuestra intención era ir por nuestra cuenta, él tiene familia, a nosotros nos viene bien explorar la ciudad a nuestro aire, pero al decirle el destino y que tenemos intención de llegar andando se asusta y nos dice que quedamos a las 18.30 en el vestíbulo –creo que también le asustó que la hora de la cena por esta excursión se retrasara más de la cuenta-. Pues vale, el destino no está precisamente cerca, aunque las distancias no nos asustan –un poco a mis pies y su fascitis, pero estoy preparada-, y la compañía es agradable y por supuesto útil.

A la alternativa de caminar hay dos opciones: el metro, y el taxi, así que Oyott nos esconde un poco y para un taxi privado (un particular ejerce de taxista  encubierto), negocia el precio –con los turistas serán menos negociadores y el precio será más caro que a un nacional- y allá que nos vamos. El precio del taxi no lo recuerdo, pero corrió por supuesto de nuestro bolsillo.

El lugar al que vamos es el parque Navoi, el parque más grande de Tashkent, establecido en 1937, cuyo acceso como tenía que ser se realiza por una arcada. 


El parque es un amplio espacio verde y arbolado de 65 ha, en algunas zonas descuidado y hasta con basura, y a estas horas tardías poco frecuentado. En él hay un lago, y no faltan las fuentes o los chorros de agua. 



Intentamos acceder al monumento de Alisher Navoi, el poeta nacional uzbeco, y a los alrededores de Oliy Majlis, el Parlamento, pero el acceso está cerrado, y fuertemente custodiado por policías y soldados, así que ninguna tontería de intentar entrar por otro lado, y por supuesto cámaras mirando al suelo. Están preparando la fiesta nacional, con pruebas de sonido y montaje de escenario y el acceso está prohibido. 


Se pueden alquilar botes para navegar en el lago, donde supongo se realizarán no pocas peticiones de mano, y tomar algo en ese simpático barco de madera. 


Ya que hemos llegado hasta aquí, y aunque la idea era ir paseando por el parque y descubriendo sus edificios, lo bordeamos por fuera, porque todas las entradas laterales están igualmente cerradas. 


La razón de este paseo y rodeo es llegar hasta el palacio Istiklol, cuya descripción en las guías es todo un reclamo: “aparece como una estación lunar de aterrizaje de un decorado de cine de 1950”. Se usa como sala de conciertos y espectáculos.


Todo ese hormigón armado, las líneas rectas, las rejillas, los torreones superiores decorando el edificio… sí que pudiera ser una estación espacial, aunque hay que tirar de imaginación y ponerla a flotar. En la fachada principal destaca la decoración que hace mención al uso del edificio. 



El edificio da a una amplia explanada.


Damos por finalizada la pequeña excursión de esta tarde y Oyott vuelve a parar otro taxi particular para volver al hotel, pero estaremos poco tiempo en él, lo justo de una ducha y un cambio de ropa para salir a cenar, que para variar hoy la realizamos en un restaurante italiano, Il Perfetto, que se encuentra situado al lado del restaurante Afsona, en el que con gusto hubiéramos repetido, pero nos la jugamos a italiano y no cambiamos. Intimida algo el ser los únicos clientes del local, y además Oyott nos ha dejado solos esta noche, suponemos que para pasar más tiempo con su familia, ya que mañana volveremos a salir de la ciudad y no volveremos hasta dentro de ocho días. Menos mal que el dueño/encargado habla inglés y podemos comunicarnos con él. El local está inmaculado, todo reluciente, no parece que lleven mucho tiempo abierto, y más que de restaurante italiano tiene un aire a americano, aunque eso sí, la "italianidad" se la dan las máscaras venecianas colgadas en las paredes a modo de cuadros.



A pesar de ser italiano volvemos a la ensalada, y nada de burrata o mozzarella, verduras a la plancha, una lámina de berenjena, una de calabacín y una de pimiento rojo, acompañadas de algo parecido al salmorejo, lechuga y tomate (algo extraño todo el conjunto).


Pizza de tomate y pesto para compartir. 


Para nuestra sorpresa y asombro, una crema de lentejas, por lo menos no es de calabaza ni de pollo, y las lentejas son muy italianas, sobre todo en la noche de Fin de Año. 


La crema ya nos avisaba que habría otro plato más, pero lo que no nos esperábamos era un tagliatelle a la boloñesa, nosotros hubiéramos apostado por unos scalopini aunque fueran pequeños. ¡Viva Italia!


De postre, una crepe con dulce de leche (más francés y argentino que italiano). 


Al terminar de cenar le pedimos un taxi al encargado, la calle estaba tan desierta que salir a esperar uno era cuestión de milagro, aunque seguro que con la fila de restaurantes que hay en esta acera pasarán a menudo, tanto los oficiales como los extraoficiales. Oyott nos dijo que le pasáramos el cargo del taxi, pero sinceramente, al cambio aproximado de 3 $ parecía una racanez absoluta hacer esto (por muy pagado que esté el transporte en el tour y no salga de su bolsillo).

Llegados al hotel, a descansar que mañana toca madrugón para comenzar el verdadero periplo por el país. 


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